Hicimos una lista de situaciones que se pueden presentar en nuestro día a día, y que podríamos tener en cuenta para revisar si es el momento de pedir ayuda psicológica a través de un espacio de escucha o una cita con un profesional de salud mental.
Si hay un riesgo vital o existe una amenaza de que alguien cercano está pensando en hacerse daño, es urgente atender esta situación. Sin excepción. No se debe minimizar, ni retar a la persona que siente el malestar y mientras se recibe las indicaciones por parte de un profesional debe estar acompañado.
Ten en cuenta que todos somos distintos y que este tipo de cosas nos afectan en mayor o menor medida.
- Cuando tengas dudas o inquietudes sobre tu salud emocional.
- Cuando quieras cambios importantes o desees alcanzar algún logro y no sepas cómo.
- Cuando no sepas qué estudiar, en qué trabajar o a que dedicar tu tiempo.
- Cuando no sepas organizar tu tiempo o tus ideas.
- Cuando existan cambios anímicos de manera frecuente, te sientas vulnerable o creas que no puedes más con una situación.
- Cuando tienes pérdida del apetito o empiezas a comer en mayor cantidad.
- Cuando no puedes conciliar el sueño o te despiertan las pesadillas o pensamientos constantemente.
- Cuando termines con tu pareja o estén pasando por alguna dificultad.
- Cuando estés teniendo problemas de comunicación con alguien.
- Cuando existan pensamientos que no te dejan tranquilo o te sientas vulnerable.
- Cuando tengas problemas con tu memoria, para concentrarte o tengas dificultades para procesar información.
- Cuando tomas muchas decisiones que consideras equivocadas, una detrás de la otra.
- Cuando el cansancio o la fatiga no se van.
- Cuando pierdes ganas de hacer lo que haces en el día a día.
- Cuando hay una tristeza profunda que se mantiene durante varios meses.
- Cuando experimentas ataques de miedo sin razón alguna.
- Cuando el enojo toma decisiones por ti.
- Cuando la relación con tu círculo más cercano parece estar en riesgo constantemente.
- Cuando sientas que nadie te escucha.
- Cuando te incomode mirarte al espejo.
- Cuando te sientas dañado o roto.
- Cuando tengas comportamientos que no puedes controlar y que te incomoden o incomoden a los demás.
- Si consumes sustancias psicoactivas y se convierten en un problema.
- Cuando nada parezca tener sentido.
- Cuando te estés preguntando si deberías ir al psicólogo, ¡No pierdes nada intentándolo!.