
Un especial sobre la relación entre salud mental y música
La música, en su esencia, es un diálogo. No solo entre el artista y el oyente, sino entre generaciones, culturas y emociones. En América Latina, el rock en español se convirtió en una de esas conversaciones esenciales, un lenguaje que nos dio una voz para la inconformidad, un refugio para el duelo y un hogar para la identidad.
Es un género que, con su honestidad y crudeza, ha logrado ser tanto una crónica social como un faro de sanación. Bienvenidos al capítulo 4 de este especial que sonará en todo el continente y que recoge su sonido y las experiencias de la música en vivo.
Escrito por: Gustavo Álvarez, director de la Corporación Escuela Nacional del Grito
Revisión profesional por: Tatiana López, psicóloga y coordinadora psicosocial de la Escuela Nacional del Grito.
«Y oigo una voz que dice sin razón,
Vos siempre cambiando, ¡ya no cambiás más!.
Y yo estoy cada vez más igual,
Ya no sé qué hacer conmigo.
Ya no sé que hacer conmigo del Cuarteto de Nos (Uruguay).
«Me hice fuerte ahí, donde nunca vi.
Nadie puede decirme quién soy.
Yo lo sé muy bien, que aprendí a querer,
El perfume que lleva el dolor.
En la esencia de las almas, dice toda religión.
Para mí, qué es el amor, después del amor».
Fito Páez (Argentina).
Capítulo 4 "Ya viene la fuerza, la voz..." del rock en Español
Si quieres complementar temas sobre expresión emocional lee nuestro Especial Guía para pilotear lo que siento
La Voz de los Inconformes: Crónica Social en Ritmo de Rock
Desde su nacimiento, bastardo y difuso, el rock en español ha sido una herramienta poderosa para canalizar la rabia, la frustración y la crítica social. En los años 80, mientras la región dejaba las dictaduras y en los 90 cuando transitaba por complejas transiciones políticas y aperturas económicas, bandas como Los Fabulosos Cadillacs y Molotov se alzaron como portavoces de una generación.
Los Cadillacs, con su mezcla de ska, rock y ritmos latinos, conectaron la fiesta con una profunda crítica, hablando de dictaduras y desigualdad. Sus letras no eran solo para bailar, sino para pensar y encontrar un lugar de pertenencia en la inconformidad. Por eso no se nos hace raro que de una canción como Desapariciones de Rubén Blades (la cual ya citamos en otro artículo de este especial), exista una versión de esta banda Argentina.
Del mismo modo, Molotov, con su lenguaje crudo y directo, se burló del poder y la corrupción, mientras que bandas como Los Prisioneros se convirtieron en la voz de una generación silenciada por la represión.
Su canción «El Baile de los que Sobran» expuso las verdades de un sistema que excluía a los jóvenes, demostrando que el rock podía ser tan poderoso como una crónica periodística, tal como lo hacía Blades con la salsa.
El poder de este tipo de música para canalizar emociones colectivas y fomentar la conciencia social está bien documentado. La música, y particularmente los géneros con contenido lírico y social, pueden servir como un vehículo de expresión emocional y resistencia cultural [1].
Había mucho de donde tomar energía y pensamiento. Por esto, no se hace raro que en esas dos décadas también se consolidaran procesos alrededor de los sonidos más extremos como el punk y el metal.
Al escuchar y cantar estas letras, los individuos no solo encuentran validación para sus sentimientos de enojo o frustración, sino que también se conectan con otros que comparten su misma visión, creando un sentido de comunidad y lucha compartida [2].
Un Idioma con Distorsión: Identidad y Pertenencia
El rock en español también nos ha dado un lenguaje que funciona como nuestro hogar. Alejándonos del rock anglosajón, el nuestro se nutrió de nuestra propia identidad, mezclándose con lenguas, jergas y dialectos locales.
Esta fusión, que va desde el lunfardo argentino hasta el parlache de Medellín, le dio al género una resonancia auténtica. En Panamá por ejemplo nos regaló una banda como La Tribu, que fusiona el rock con la música nativa de la nación Dule de Gunayala y su lengua. Y pocas bandas capturan esta identidad tan bien como Café Tacvba.
La genialidad de Cafeta radica en su capacidad para convertir el español en un lienzo sonoro que transporta al oyente a Ciudad de México, nombrando estaciones de metro, barrios y expresiones locales como «chafirete» o «guarura». Esta apropiación lingüística no es trivial; estudios sobre la música y la identidad cultural demuestran que las letras y los sonidos locales fortalecen el autoconcepto y la pertenencia [3].
Ya chole, chango chilango | Ya fue suficiente, chavo mexicano (chavo o joven de la capital).
Qué chafa chamba te chutas | Qué mediocre trabajo que haces.
No checa andar de tacuche | No te queda bien andar de traje.
Y chale con la charola | Y menos con una placa de policía.
Tan choncho como una chinche | Tan gordo como una chinche.
Más chueco que la fayuca | Más ilegal que el contrabando.
Con fusca y con cachiporra | Con pistola y cachiporra.
Te pasa andar de guarura | Te gusta andar de policía.
Mejor yo me echo una chela | Mejor yo me tomo una cerveza.
Y chance enchufo una chava | Y quizá conquistó a una chica.
Chambeando de chafirete | Trabajando de taxista.
Me sobra chupe y pachanga | Me sobran tragos y fiestas.
Chilanga Banda, Jaime López Traducción completa aquí
Al cantar estas canciones, los fans no solo se sienten conectados con el artista, sino con una comunidad más grande que comparte un código y una forma de sentir. El rock en español, con su capacidad de mezclar el rock con el folclore, el ska, el reggae y el hip hop, ha creado un sonido mestizo que nos une como latinoamericanos [4].
Un ejemplo de esto es su versión de «Chilanga Banda», canción, original del gran Jaime López, que nos puso a hablar y a entender la jerga de la capital mexicana sin haber pisado sus calles. Haciendo de lo local algo para todos nosotros, de la misma forma que lo hace Bajo Tierra con «Todo bien«, y su historia del bajo mundo paisa, que te puedes encontrar en cualquier esquina de Medellín.
Sanar con melodía: Del duelo a la Luz
El rock en español no solo se ha enfocado en la crítica social, sino también en la sanación emocional. Artistas como Gustavo Cerati nos enseñaron a transitar el duelo con una genialidad poética que va más allá de la melancolía. Canciones como «Té para Tres» de Soda Stereo y narrando una escena familiar y cotidiana, transformaron el dolor en arte, recordándonos que incluso en la pérdida hay belleza.
«Poder decir adiós es crecer», esa frase de su hijo Benito quedó inmortalizada en su canción «Adiós» y se convirtió en la lección más dolorosa y, a la vez, más profunda que nos dejó. Con su partida, no solo lloramos al artista, sino que aprendimos a darle espacio al dolor, a la impermanencia y a la transformación.
«Las tazas sobre el mantel,
La lluvia derramada,
Un poco de miel, un poco de miel, No basta.
El eclipse no fue parcial,
Y cegó nuestras miradas.
Te vi que llorabas, te vi que llorabas por él.. Té para tres»
Té para tres, Gustavo Cerati.
De manera similar, Robi Draco Rosa utilizó su música para procesar su lucha contra el cáncer. Su disco Vida se convirtió en un testimonio de su transición de la desesperación a la esperanza. La música, en este contexto, actúa como un vehículo para procesar emociones difíciles.
La psicología ha demostrado que la música puede ser una herramienta efectiva en la gestión del dolor y la sanación de traumas [5].
Al escuchar canciones que articulan la tristeza o la soledad, las personas pueden sentirse menos solas en sus propias batallas, convirtiendo el miedo en fuerza y la vulnerabilidad en conexión.
Vivos Para Cantarlo: La Fusión de lo Crudo y lo Virtuoso
Vivos para cantarlo un concierto de la Filarmónica Metropolitana con la Escuela Nacional del Grito y el Teatro Pablo Tobón Uribe.
El rock, en su esencia, es un grito visceral. La música filarmónica, por otro lado, representa lo virtuoso y la armonía perfecta. Cuando se encuentran, como en el caso de Vivos Para Cantarlo, no se anulan, sino que se potencian.
El homenaje filarmónico al rock en español, del 3 de octubre de 2025 en Medellín, fusionó a la Filarmónica Metropolitana, el rock de la Blakk Bone Band, la narración del periodista y escritor Diego Lodoño, las acciones de psicoeducación de la Escuela Nacional del Grito y un lugar que nos abraza llamado el Teatro Pablo Tobón Uribe, nos demuestra cómo la crudeza del género puede elevarse a una nueva dimensión emotiva.
Es un espacio de encuentro donde la vida, con sus momentos crudos y sus experiencias virtuosas, se convierte en una sinfonía.
Una oportunidad para que todas las generaciones celebraran los 350 años de Medellín y se unieran a cantar en coro los himnos del rock en español que han dado voz a nuestras emociones, demostrando que la mejor conversación es la que se canta.


Le pedimos a los profesionales en salud mental de la Corporación Escuela Nacional del Grito, que se juntaran con el Colectivo de psicólogos Plural y Disruptivo para crear un Especial de salud mental y música.
A través de diferentes capítulos, entre el 10 de septiembre, día mundial de la prevención del suicidio, y el 10 de octubre, día mundial de la salud mental, exploraremos temáticas que nos acercan a entender esta relación en profundidad..
Sube el volumen de tus audífonos y lee lo que tienen para contar estas dos organizaciones acordes.

Capítulos del Especial: música y salud mental
¿quiénes somos?
Colectivo Plural y Disruptivo

Un grupo de psicólogas y psicólogos plurales y disruptivos que se piensan la salud
mental de una forma socio-crítica, dinámica y
contextual desde el individuo hasta lo grupal. Además tienen un podcast que recomendamos y en el que hablan de todo e intentan que algo les sea útil y al mismo tiempo les haga reír:
Corporación Escuela Nacional del Grito

Una organización para la promoción de la salud mental en jóvenesque ve al arte como una herramienta sanadora que nos permite expresar eso que llevamos dentro a través de canciones, el baile, las rimas, la escritura, entre otros. Por eso, hacemos conciertos, festivales de música, talleres y charlas de manejo de emociones que contribuyen a tu salud mental para que cada vez conozcas mejor eso que estás sintiendo.
Referencias:
[1] García-Alonso, J. (2018). El rock y su función social. Universidad de Salamanca. Recuperado de https://gredos.usal.es/handle/10366/138403
[2] Moliner, A. (2014). Música y conciencia social: El rock como herramienta de crítica y resistencia. Revista de Estudios de Juventud, (105), 133-149. http://www.injuve.es/sites/default/files/revistajovenes105-9.pdf
[3] Vargas, H. (2011). Música, identidad y cultura en América Latina. Revista Latinoamericana de Estudios de la Música, 1(1), 55-70.
[4] Cueva, A. (1998). El rock mestizo latinoamericano. Altertexto.
[5] Paladino, M. (2020). El poder sanador de la música: Terapia musical para la salud mental. Infobae. https://www.infobae.com/salud/2020/07/21/el-poder-sanador-de-la-musica-terapia-musical-para-la-salud-mental/